Centro fundado el 20 de diciembre de 1999 por iniciativa de un grupo de entusiastas Gallegos que querían mantener viva nuestra lengua y tradiciones.
El centro que comenzó con solo 9 socios fue creciendo y en el año 2001 contaba ya con 67, entre los que cabe mencionar un núcleo de jóvenes con mucho entusiasmo y deseos de trabajar en varios campos para el progreso de la Institución, principalmente en la danza, constituyendo muy pronto el primer plantel de danzas denominado “Airiños da nosa Terra”.
El local donde desarrollan sus actividades le fue cedido, provisionalmente, por un comerciante de la zona.
Por resolución de fecha 20 de junio de 2004 la entidad fue nombrada “Centro Colaborador” de la Xunta de Galicia, y en la actualidad cuenta con 140 socios, casi todos ellos de origen gallego.
Las Romerías españolas en Concordia 1878
Corrían los años 1850. Entre las vías del Ferrocarril y el río Uruguay, donde nacía la calle Entre Ríos de Concordia, los Españoles en dos manzanas cuadradas, circundadas de alambre, habían levantado un escenario y allí concurrían en Romería Llegaban de todas partes, en carretas, como la de la fotografía, o a caballo.
Pero dejemos que nos cuente uno de aquellos españoles que vivieron y disfrutaron esos momentos, y que se publicó en el diario “La Calle” en su edición nº 50, varios años después.
“Para entrar en la ciudad desde nuestro barrio del “Saladero Grande” (4 kilómetros), teníamos únicamente la calle Salta, que aún hoy conserva su nombre; una arteria muy accidentada, llena de montículos y zanjones.
Llegábamos hasta la calle Entre Ríos para dirigirnos al sur, hasta el punto de su nacimiento, un par de cuadras mas allá del Hospital Felipe Heras, y luego de cruzar las vías de Ferrocarril Entre Ríos nos encontrábamos en la llamada “Plaza Española”. Dando frente al nacimiento de la calle Entre Ríos se abría el portón de entrada, entre dos pilares de material.
La plaza estaba adornada con banderas españolas y argentinas. Se veían guirnaldas de papel de vistosos colores y una regular cantidad de faroles chinescos; cada uno con una pequeña vela de estearina, que se encendían cuando llegaba la noche. Ubicados estratégicamente se observaban unos grandes faroles a keroseno, los que brindaban una mejor iluminación.
En un lugar apropiado se había instalado una especie de tablado, con sillas y bancos para la orquesta. Frente al mismo se encontraba la pista de baile, limpia de piedras y yuyos, con el piso bien regado y apisonado para evitar, en lo posible, el polvo durante las danzas.
La orquesta, para esa época que coincidía con el descubrimiento de América, llegaba de Buenos Aires para actuar durante una semana co